Ya no me importa el nombre ni la foto,
ni la larga cuenta y su estadística.
°
-no pretendo vencer ningún espejo-
°
No soy la piedra milenaria,
ni el humo de la nube pasajera,
sin embargo mi sangre es de lo efímero;
°
es latido y silencio
y es sístole con diástole,
mar adentro…
°
-es chalupa metida en la tormenta-
°
Ya no quiero pelearme con mis huesos,
combatir con mi sombra en las esquinas,
apuntarme a mi mismo pecho adentro.
°
Lo mío es del pulmón y con aliento.
°
Hay senda en mi sandalia
y por las brumas.
°
Yo invento mi camino
y lo transcurro.
°
No me dejo abatir
ni herir a fondo,
ni hurgo en las excusas del pasado,
ni me miro el ombligo en lo llorado,
ni pronostico pánicos futuros.
°
Apenas soy el hoy y este sendero,
el hábito de ser que llevo puesto.
°
Aquello que me dieron lo prolongo,
lo propalo en el viento,
lo incendio en mi rodilla
y con el baile.
°
Yo no quiero llevarme nada al pozo.
°
No le temo al olvido,
ni a la ceniza misma,
ni al abismo
de no ser más consciencia.
°
Yo intento ser el gesto
-aquí en lo pleno-
°
desde lo simple
y sin apuro.
Poema: Luciano Ortega
Ilustración: Fermín Eguía